domingo, 25 de octubre de 2009

La mayor provocación (Cara y Cruz de la política cultural) / Patricio Hernández *

Poco más de dos años ha bastado para que el Consejero de Cultura haya transitado de la categoría de solución a la de problema. Es verdad que en el inusitado activismo de este periodo no todo se ha hecho mal, pero las expectativas que su nombramiento pudo suscitar en el verano de 2007 se han desvanecido casi por completo para ser sustituidas por una nueva, fundada y muy extendida preocupación sobre la deriva de la Consejería. Pese al fuerte control institucional de la vida cultural de la región y la perversa dinámica de las subvenciones y los encargos de trabajo -¡ay de los liberales!-, el descontento se extiende.

Pedro Alberto Cruz llegó aureolado por su juventud, su perfil de hombre interesado por el arte contemporáneo y la presunción generalizada de que podía aportar ideas frescas -ahí estaba el CENDEAC como aval y ejemplo -que sacudieran la irrelevante y esclerotizada gestión cultural pública en una región que mostraba en este ámbito sangrantes atrasos comparativos, grandes desigualdades, fuerte atonía social y un pacato y provinciano conservadurismo institucional.

Sus declaraciones iniciales, que incluían referencias a la necesidad de abrir cauces de participación, de crear instrumentos de planificación cultural que sirviesen para analizar con rigor nuestra situación y fijasen un horizonte claro de actuación con nuevos objetivos, su aparente prevención contra la espectacularización de la cultura y a favor de la creación de ciudadanos críticos, o afirmaciones como que “mi obsesión durante estos cuatro años va a ser hacer política a ras de suelo, e intentar que aquellas bolsas de población que son absolutamente ajenas al ámbito cultural se vuelvan porosas al mismo” (La Verdad, 10/07/07), han caído por completo en el olvido y, lo que es más grave, han sido radicalmente desmentidas por los hechos.

Transcurridos algo más de dos años, y en contra lo que dice el Consejero, son los propios ciudadanos y la autonomía del sector cultural los grandes damnificados de su gestión.

La espectacularización y la mediatización se han adueñado casi por completo de la acción de una Consejería que maneja más recursos que nunca, gestionados de la forma más discrecional y menos transparente, en un modelo hiperpersonalizado puesto al servicio de un Consejero-estrella que exhibe un irritante estilo personal entre displicente y soberbio, y que se ha revelado fascinado por los grandes espectáculos mediáticos donde el gasto incontrolado reproduce un consumo cultural pasivo y contemplativo.

Sigue sin haber espacios para la participación en la gestión cultural -ni siquiera se ha vuelto a reunir el nada vinculante Foro Regional de la Cutura-; no hay abierto un verdadero debate público sobre nuestras necesidades que permita una jerarquización planificada de objetivos de actuación cultural - el Plan Estratégico no ha pasado de algunas reuniones internas y no parece que en toda la legislatura vaya a ofrecer otros frutos útiles-; y aquel propósito declarado de "hacer política a ras de suelo” ha sido sustituido por la obsesiva obstinación de hacer política cultural de prestigio, esto es, utilizar ilimitadamente la palanca del presupuesto público para buscar la relación mercantil con iconos y nombres emblemático que condensan el prestigio cultural nacional o internacional en una original relectura del turismo cultural

Esta apuesta -que llegó a definirse tramposamente como "elitismo de masas" pero a la que han faltado unas masas que no se han enterado de que estaban invitadas-, ha quedado reducida a un comercio de franquicias culturales que en tiempos difíciles han encontrado aquí su tierra de promisión, y cuyo único destino es aparecer en suplementos culturales ( ahí está La Conservera, donde cada uno de los escasos ciudadanos que la visitan cuesta al erario público casi 200€), todo ello aderezado por eslóganes publicitarios que reproducen argumentos sociales y culturales comprometidos ( el diálogo intercultural y el mestizaje, la diversidad sexual, la sostenibilidad, etc.) pero completamente descontextualizados y orientados a producir réditos políticos y rentas de imagen, e incapaces de provocar, por su implícita banalización, ningún mínimo cuestionamiento de la realidad social.

Pero ahora empezamos a saber que además se ha gestionado de forma opaca, con arbitrariedad y probable abuso del amiguismo, eludiendo arteramente los controles administrativos y las exigencias de la legalidad, hipertrofiando y degenerando un instrumento -como la empresa pública Murcia Cultural S.A-, creado para agilizar la gestión y devenido en comodín para materializar y conformar decisiones tomadas al margen de las garantías que caben esperar en el manejo de los recursos públicos.

Y, lo que es tan grave o más que lo anterior, se ha entrado en una dinámica de disparatado despilfarro de unos recursos públicos aumentados pero siempre escasos justo cuando la crisis está obligando a todos a la contención y la restricción. Seamos claros: cualquier esfuerzo del gobierno regional por hacernos creer que se adoptan eficaces medidas de austeridad carecerá de toda credibilidad mientras la Consejería de Cultura y Turismo mantenga sus anunciados “grandes proyectos” para 2010.

Estos proyectos -SOS 4.8, PAC, MANIFESTA 8- de presupuesto multimillonario (entre 7 y 10 millones de euros), importados, efímeros, ajenos y superpuestos a las dinámicas del propio tejido cultural, condenados a resolverse de la manera más convencional posible a pesar de en algún caso puedan albergar buenas intenciones, constituyen, en el contexto actual, directamente la mayor provocación para el sector cultural de la región y para muchos ciudadanos que no van a tener más remedio que levantar su voz el mismo día en que se conozcan los presupuestos regionales para el año próximo y se compruebe que todos los programas básicos para la vida cultural de los ciudadanos y para el mantenimiento del trabajo y la actividad cultural en la región ven a ser drásticamente recortados en sus menguados recursos, sacrificados para que los grandes proyectos puedan otorgar sus 15 minutos de gloria al Consejero de Cultura.

(*) Presidente del Foro Ciudadano de la Región de Murcia.

www.laverdad.es

El espíritu de monsieur Guillotin / Ángel Haro

Versalles, otoño de 1788. Maria Antonieta, famosa por su facilidad para organizar grandes fastos, ofrece un nuevo banquete en palacio con toda suerte de agasajos a un regimiento de oficiales de Flandes que acaba de llegar a París. La noticia recorre la ciudad como un perro herido, y el pueblo, que sufre los rigores del hambre y la miseria, indignado con el nuevo dispendio de la reina decide pasar a la acción. Indolentes a la rabia que incendia la ciudad mientras ella retoza con uno de sus concubinos y Luis XVI se entrega a su hobby favorito, reparar cerraduras atascadas, las hordas famélicas quiebran la paz de los jardines. La ayuda de cámara irrumpe alterada en la estancia: "Es el pueblo, majestad. Dicen que quieren comer y no tienen pan". La reina, molesta por la interrupción, responde con gesto despótico y ocurrente: "Si no tienen pan que coman pasteles".
Esa fatídica respuesta fue sin duda la chispa que encendió el barril de pólvora de la Revolución y que precipitó cinco años mas tarde su cabeza a un cesto y con ella la de la monarquía, acabando Francia gobernada por un independentista corso que quería conquistar el mundo. Tal vez no se apreció en aquel momento que el sentimiento preciso que inspiró esa frase fuera el miedo que un gobernante adolescente tiene ante la fuerza de los acontecimientos de los que se considera responsable. A toda acción inmadura le sucede una huida hacia delante que colma provisionalmente la atracción producida por el vértigo de la realidad. Otra sonada boutade político-juvenil fue la quema de Roma por Nerón, camuflando de happening poético lo que sólo fue un intento de destrucción del estado que no sabía gobernar. No estaría de más hacer un censo de políticos a través de sus patologías.
El caso es que como en toda crisis hay quien ve una oportunidad. Así surgió del anonimato, en aquellos días de indignación, un diputado defensor del I+D+i llamado monsieur Guillotin, que desempolvó un invento cortador de cabezas, solucionando con éxito las listas de espera de los juicios rápidos de la época. Y, de paso, separar Iglesia y Estado, lo que marcó la diferencia para distinguirse de otros pueblos bárbaros que todavía achacan a un deseo divino el misterio de que unos rueden en Jaguar para que otros anden descalzos.
Dime lo que inventas y te diré quien eres. Si los franceses inventaron la guillotina que les permitió renovar su casta de hipócritas, nosotros dimos a luz a la fregona: que si bien es un artilugio muy útil y que dice mucho de nuestra higiene, también ilustra una manía enfermiza de limpiar cualquier tragedia aunque sea a costa de anular la memoria. En la lidia, sin ir más lejos, se limpia la sangre del toro muerto antes de que salga el siguiente. ¿Quién soportaría una corrida entera viendo en la arena el rastro de los sacrificios anteriores? En realidad somos unos estetas añejos que prefieren meter la mierda bajo la alfombra antes de mirarse al espejo.
Sin embargo, es saludable sacar conclusiones de los acontecimientos y aunque la historia no se repite exactamente, es cierto que hay momentos que se parecen peligrosamente.
Por eso cuando esta crisis destruye las esperanzas y los sueños de progreso de tantas familias, los políticos deben cuidar especialmente sus decisiones y sus comentarios. Exhibir cifras de escándalo, como quien se enciende un Farias con el dinero de todos, para proyectos de gusto personal, mientras el tejido productivo se desmorona y las infraestructuras tienden a cero, encierra demasiado peligro. Constatar cómo los despachos se coronan de mesías iluminados con la visa oro caliente del último homenaje y gurús comisionistas que llevan en la cartera el destino cultural de los ciudadanos junto a la factura de sus servicios, no ayuda mucho a apaciguar el ambiente. La apología de la adolescencia que nos ha traído hasta aquí, eleva al staff institucional a todo el que sea capaz de acaparar espacio mediático aunque su propuesta no responda a necesidades reales. La propaganda ya no es un medio para lograr un fin sino un objetivo en sí mismo, para lo que no se repara en gastos ni con las arcas vacías.
Sin embargo, la memoria es tozuda. Todas las promesas políticas de orden social o estructural han sido anuladas y sustituidas por una orgía hedonista y caprichosa, muy atractiva para los mercenarios y bastante llamativa. Seguir huyendo hacia delante parapetándose en un discurso ingenioso e indolente que evita dar explicaciones a quien tiene todo el derecho a exigirlas, incrementa seriamente la incredulidad de la ciudadanía. La amnesia de la clase política con respecto a la propiedad de los recursos que maneja sólo sirve para deteriorar un Estado que nos ha permitido vivir con cierta libertad. Estas circunstancias hacen presagiar tiempos en los que todos tenemos algo que perder y empieza a espeluznar aquello que Umberto Eco decía a mediados de los 90: "Cabalgamos hacia el medievo a lomos de la tecnología".
Así las cosas, mientras se va cociendo esta catarsis y reventamos por algún lado, no estaría de más prestar especial atención a la relación que hay entre los impuestos y la gestión de los mismos, para ver si el trato nos conviene o no.

http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2009/10/25/espiritu-monsieur-guillotin/206638.html

Izquierda Unida solicita la utilización por la ONU de la base aérea de Los Alcázares

MADRID.- Izquierda Unida ha presentado una enmienda a los Presupuestos Generales del Estado (PGE) del año 2010 por la que solicita la ubicación de una base de cascos azules para acción humanitaria de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en la base de Los Alcázares.

Esta petición, a la que IU ha asignado una dotación de dos millones de euros, tiene por objeto que la Región de Murcia cuente con una base de preparación de personal de intervención en acciones humanitarias, unida al adiestramiento de Organizaciones no Gubernamentales (ONG's) y cascos azules de la ONU.

La formación de Izquierda Unida ha propuesto que esta infraestructura se ubique en la base del municipio de Los Alcázares, que actualmente se encuentra abandonada, según informaron fuentes del partido en comunicado de prensa.

¿Quiénes forman las élites? / E. Hernández

Dónde están hoy las élites, quiénes las integran y qué conductas promueven son preguntas clave en una sociedad como la nuestra, donde los comportamientos de las figuras de referencia son cada vez más imitados, dada la enorme difusión que les conceden los medios de comunicación. Pero este nuevo entorno no parece que traiga noticias esperanzadoras, en la medida en que marca el paso de sociedades regidas por unas élites que se señalaban a sí mismas como modelo, a otras donde las figuras de referencia apenas poseen valores que las hagan destacables.

Como asegura José Fernández Dols, profesor de psicología social de la Universidad Autónoma de Madrid, hasta principios del siglo XX había tres clases de élites (la financiera, la militar y la política) a la que, iniciado el siglo, se sumó una cuarta instigada por Hollywood, “la de las estrellas, personas que son famosas no a causa de sus méritos sino por una especie de círculo vicioso: son populares porque son populares”.

Y lo más negativo de esta situación, apunta Fernández Dols, es que esa búsqueda del estrellato ha terminado contaminado a las otras élites. De este modo, “ya no se exige al profesional que posea determinadas cualidades intelectuales o que se comporte de un modo éticamente válido, sino que se le pide que se convierta en una estrella. Da igual que sea un abogado, un cirujano o un arquitecto: ya no se valora su historial sino que se repara sólo en su relevancia mediática”.

Carmen Valle, profesora de psicología social de la Universidad San Pablo-CEU, insiste en que el proceso de selección de esas nuevas figuras de influencia se realiza conforme a criterios poco productivos socialmente. Así, “lo que se busca es gente que atraiga la atención, que sea llamativa o extravagante. Da igual que sea para bien o para mal. Lo importante es que sean capaces de hacer a los demás hablar de ellos”.

De modo que, asegura Valle, muchas personalidades públicas acaban prestándose al juego, “y si tienen que decir una barbaridad para salir en los medios lo harán, porque saben que les resultará rentable”.

Producto de esta tendencia nos encontramos con que “las personas relevantes que al final se convierten en líderes de opinión se reducen a dos o tres políticos y a un montón de famosillos”. Lo que es un problema serio, advierte Valle, ya que hablamos de personajes que realmente influyen en la sociedad.

“Si un experto en trastornos de la alimentación acude a un programa televisivo a tratar el asunto y tiene que debatir con Belén Esteban, saldrá perdiendo: el público tomará mucho más en cuenta la opinión de ese personaje popular que la del experto”.

Sabemos desde hace mucho tiempo, afirma Valle, que adquirimos nuestras actitudes y opiniones a través de la observación del entorno: vemos lo que hacen nuestros padres, nuestros familiares y las personas a las que valoramos, y de ahí extraemos ideas y actitudes que nos guían a la hora de actuar.

Una tendencia que se intensifica cuando no sabemos muy bien qué opinar. Si nos adentramos en un terreno que desconocemos, solemos reparar mucho más en nuestro entorno (ya sea en el más cercano o en el de las figuras de referencia que conocemos a través de los medios) para saber qué deberíamos pensar o hacer.

“Y lo paradójico es que, en un gran porcentaje, las opiniones que más se tienen en cuenta no son las más sólidas moralmente o las mejor argumentadas, sino aquellas que más gente sigue. Lo más usual es que nos fijemos en lo que piensa la mayoría de la gente y acabemos creyendo lo mismo que ellos. Así, cuando observamos a un personaje determinado, lo que solemos valorar es cuánta gente le apoya y no si vale la pena lo que dice o hace”.

Por eso, afirma Valle, cuando un medio de comunicación poderoso decide defenestrar a un político, acaba consiguiéndolo. Y de igual modo ocurre cuando decide ensalzar a alguien. El mejor ejemplo sería Obama: “Antes de ser elegido y, por lo tanto, antes de hacer nada, ya se le había dado una gran relevancia en los medios. Se convirtió en un referente sin haber realizado acciones que lo justificasen”, justo lo que ha ocurrido con un Nobel que ha premiado la esperanza y no la realidad.

Pero este tipo de sociedad en la que sólo prima lo visible es perjudicial en muy diferentes sentidos. Y uno de los más significativos es la cantidad de frustración que genera, asegura Fernández Dols, ya que nos ofrece modelos muy difíciles de imitar.

“Los medios nos muestran a personas jóvenes y ricas, en muchas ocasiones únicas, con talentos elegidos arbitrariamente (como dar patadas a un balón) y con trayectorias en las que conseguido grandes recompensas sin demasiados esfuerzos”. Y ese mundo que vemos a través del televisor, lleno de chicos y chicas jóvenes y guapos/as, que todo lo hacen bien y que tienen mucho dinero “es el que pretenden copiar gran parte de los adolescentes. Y como es una tarea imposible”, asegura Carmen Valle, “acaban viviendo en una continua insatisfacción. Muchos desórdenes en la alimentación y muchos trastornos de ansiedad provienen de esa enorme frustración”.

Al mismo tiempo, cualquier ejemplo que tenga que ver con el esfuerzo, el mérito y el largo plazo, tiende a ser rechazado: “los jóvenes quieren ser estrellas porque es lo que se les muestra. Incluso cuando quieren ser profesionales de éxito pretenden imitar a los más populares. Un aspirante a arquitecto quiere ser, como mínimo, Calatrava o Norman Foster. Para ellos, no hay término medio: o eres una estrella o eres un fracasado”.

Y este conjunto de problemas están sirviendo para generar una creciente nostalgia política y social, advierte Javier Gomá, director de la Fundación Juan March y autor de Ejemplaridad pública (Ed. Taurus). Y es que el paso de las sociedades aristocráticas, donde las élites se promovían a sí mismas como modelo, a otras más abiertas, está generando múltiples roces no del todo resueltos.

Según Gomá, “hay quienes piensan que hemos vivido durante siglos en una sociedad jerarquizada, bien ordenada y con ejemplos claros de conducta y que ahora, con la llegada de estas sociedades igualitarias y secularizadas, hemos caído en un mundo sin jerarquía en el que reina el desorden y el libertinaje, por lo que se hacen imprescindibles nuevas élites”.

Enfrente encontramos a quienes creen que los problemas que pueda generar este aumento de la libertad resultan irrelevantes respecto de sus enormes ventajas. Para quienes defienden estas tesis, “vivimos en una época de liberalismo consumado, donde las esferas de la libertad han crecido hasta llegar a su máximo.

Por eso, debemos mantenernos en ese lenguaje de la liberación que entiende que la moral privada no es más que un conjunto de planes de vida y que, por tanto, rechaza toda insinuación sobre el uso que debe hacer de su libertad, ya que es algo que pertenece exclusivamente a la vida privada”

Para Gomá, ambas posturas son poco adecuadas, en tanto considera que si bien no debemos regresar al tradicionalismo tampoco hemos de profundizar en estas tendencias que provocan sociedades “liberadas pero no emancipadas”. Más bien, de lo que se trataría es de “hacer un uso cívico y responsable de la libertad, dotando de un contenido ético a unos espacios de emancipación ampliados de manera consensuada y no de forma coactiva, como ocurría en el pasado”.

Es ahí donde la figura de la ejemplaridad se vuelve importante, ya que se trataría de ofrecer, a través de los comportamientos privados, criterios de actuación positivos, “ejemplos que si se generalizasen tendrían efectos cívicos y sociales muy beneficiosos”.

En ese sentido, y más allá de la sociedad concreta en la que se inserten, los expertos consultados entienden que los ejemplos individuales son un arma de primera magnitud. “El día a día de las personas” afirma Fernández Dols “transmite modelos de comportamiento a los demás que pueden tener una gran relevancia”. Incluso actos en apariencia nimios pueden revelarse como catalizadores de grandes cambios.

Dols lo sintetiza en una anécdota: “Contaba Desmond Tutu que siendo niño, daba un paseo con su madre (mujer y negra, lo peor para aquella sociedad) se encontraron con un sacerdote que se levantó de la mesa en la que estaba tomando un café para saludarla. El religioso se quitó el sombrero como signo de cortesía. Y ese simple gesto es algo que Tutu no olvidó en la vida, ya que le enseñó que los blancos podían ser de otra manera, lo que le influyó notablemente en su visión política. Y, en consecuencia, en la de todo un país”.

La mafia está tomando el lugar del Estado

ROMA.- En México la mafia ya está tomando el lugar del Estado, aseguró el experto en crimen organizado Edgardo Buscaglia, profesor de la Universidad estadounidense Columbia, de Nueva York, en la primera primera Asamblea mundial antimafia, que se lleva a cabo en Roma.

Representantes de México y Colombia, entre ellos familiares de víctimas y líderes ecologistas, asistieron el viernes en Roma a esta asamblea que busca analizar estrategias de lucha contra los tentáculos del crimen organizado en el mundo.

"En México la mafia está tomando el lugar del Estado", recalcó el experto, quien considera que las organizaciones mafiosas están "arraigadas" en la sociedad y financian obras sociales, construyen escuelas, sistemas de irrigación y "empiezan a tener sus propios candidatos a gobernaciones", asegura.

"La enfermedad de México es la pobreza", sostiene Buscaglia, quien reconoce que Colombia logró disminuir su nivel de inseguridad "no tanto por la política de represión" del gobierno de Álvaro Uribe sino por "mérito de la sociedad" que ha empezado a movilizarse.

"Italia tardó cien años para que la sociedad civil reaccionara ante el poder de la mafia", subrayó el experto.

Convocada por la combativa asociación antimafia italiana 'Libera' e inaugurada por el presidente de la República de Italia, Giorgio Napolitano, la asamblea invitó a numerosos representantes latinoamericanos y de Europa del Este de la batalla contra las poderosas mafias.

"El movimiento Libera es para nosotros un ejemplo. Porque así como se ha globalizado la mafia también se deben globalizar los movimientos antimafia", sostiene ante AFP Iván Cepeda, líder del movimiento Víctimas de Paramilitarismo y los Crímenes de Estado (MOVICE), cuyo padre fue asesinado en 1994 por paramilitares.

Por primera vez desde su creación en 1995 por el sacerdote Luigi Ciotti, Libera invitó en la capital italiana a más de 50 asociaciones de 30 países comprometidas en la lucha contra el narcotráfico y los crímenes ecológicos bajo el lema 'Contromafias' en el marco de la Asamblea Estados Generales de la Contromafia.

Entre los invitados figuran los colombianos Pedro Santana, presidente de la corporación Viva la Ciudadanía, Javier Márquez, del Comité Nacional de Defensa del Agua y Silvia Garay, abogada de derechos humanos, así como la mexicana Claudia Cruz, cofundadora de la organización de defensa de los derechos de las mujeres Milenio Feminista.

La presencia del movimiento antimafia latinoamericano en la asamblea, de tres días y en la que participan unas 2.500 personas, entre expertos, asociaciones, magistrados, estudiantes y testigos, permitirá realizar un balance mundial de la lucha contra la mafia y sobre todo intercambiar experiencias, tanto desde el punto de vista jurídico, como social y político.

"La confiscación de bienes de la mafia y su transformación en bienes para toda la sociedad como ocurre en Italia a través de las cooperativas de Libera son una lección para un país como Colombia, donde eso parece imposible, por el infierno burocrático, la corrupción y la legalización tramposa de tierras", explica Cepeda.

Para algunos conferenciantes, entre ellos el presidente Napolitano, es verdad que las mafias han crecido, aunque también ha crecido la consciencia de la sociedad, sobre todo de los jóvenes, de los graves males que acarrea.

"La sociedad civil mexicana está pasmada, desconfía de toda organización, de la policía, de las instituciones. Ve sólo la impunidad y no atiende no siquiera a las víctimas de la violencia que a su vez reproducen violencia", denuncia la mexicana Claudia Cruz.

"La mafia teme más la escuela que la justicia", clamó "don Ciotti", el fundador de Libera, quien considera que el fenómeno de la mafia es un problema internacional que "necesita una movilización colectiva para derrotarlo".

Para ello pidió una alianza mundial para definir leyes para los bienes confiscados, para reparar a las víctimas, contra el reciclaje y la corrupción y exige la participación de la iglesia católica "hasta ahora demasiado neutral", subrayó el sacerdote emblema de la lucha contra Cosa Nostra.